No rendirse nunca
«El tiempo pasaba. La guerra llegó». Así describía Semi Nigo, obispo del pueblo kelilo del sur de Sudán, los retrasos en la larga lucha de su iglesia por conseguir la Biblia en su idioma. Décadas antes, su abuelo había iniciado un proyecto de traducción de la Biblia, pero la guerra y la agitación social lo habían obstaculizado. No obstante, a pesar de los repetidos ataques a sus campos de refugiados en otros países africanos, el obispo y otros creyentes mantuvieron activo el esfuerzo.
Acuérdate de cantar
Nancy Gustafson, una cantante de ópera retirada, quedó devastada cuando visitó a su madre y la vio deteriorarse por demencia senil. Apenas la conocía y casi no hablaba. Después de visitarla varias veces, Nancy tuvo una idea: comenzó a cantarle. Los ojos de su madre se encendieron y empezó a cantar también… ¡durante 20 minutos! Luego, sonriendo y en broma, la mamá le dijo que eran «¡La familia de cantantes Gustafson!». Algunos terapistas sostienen que la música —y los «himnos tradicionales»— tiene poder para evocar recuerdos perdidos, levantar el ánimo, reducir caídas y disminuir la necesidad de sedantes.
Recuperar lo perdido
En la tienda de telefonía, el pastor se preparó para la mala noticia. El teléfono que se le había caído por accidente estaba totalmente destruido, ¿verdad? En realidad, no. La empleada recuperó toda la información, incluidos los videos y fotos bíblicos. «Y también recuperó todas las fotos que yo había borrado —dijo él—. Además, ¡me dieron un teléfono nuevo para reemplazar el roto! Recuperé todo lo perdido y más».
Libre al fin
Veinte años pasaron antes de que el periodista John McCarthy —rehén por cinco años durante la guerra civil libanesa— conociera a quien había negociado su liberación: Giandomenico Picco. McCarthy dijo simplemente: «¡Gracias por mi libertad!». Sus emotivas palabras significaban muchísimo, porque Picco había arriesgado su propia vida durante las peligrosas negociaciones para conseguir su libertad y la de otros.
Nuestro Dios compasivo
Una fría noche de invierno, alguien arrojó una piedra contra la ventana de la habitación de un niño judío. Había allí una estrella de David junto con una menorá para celebrar Janucá, la fiesta de las luces judía. Miles de personas de aquella ciudad —muchos de ellos creyentes en Cristo— respondieron compasivamente ante ese acto aborrecible; y para identificarse con el dolor y el miedo de sus vecinos judíos, pegaron fotos de menorás en sus propias ventanas.
Fuegos artificiales de la vida
En Año Nuevo, cuando los fuegos artificiales detonan en todo el mundo, el ruido es fuerte a propósito. Los fabricantes dicen que el objetivo es, literalmente, despedazar la atmósfera. Los de repetición pueden ser los más sonoros; en especial, cuando explotan cerca del suelo.
Lenguaje delicado
Estaba en Facebook, discutiendo. Gran error. ¿Qué me hizo pensar que debía «corregir» a un extraño sobre un tema candente… y además, controversial? El resultado fueron palabras acaloradas, sentimientos heridos (al menos de mi parte) y una oportunidad perdida de hablar bien de Jesús. Esta es la consecuencia de la «ira de internet», frase para las palabras ásperas que se lanzan diariamente a través de la blogosfera. Un especialista en ética explicó que la gente concluye de manera equivocada que la ira «es la forma de hablar sobre las ideas públicas».
Evitar el conflicto
En su tributo junto a la tumba de un famoso científico holandés, Albert Einstein no mencionó sus disputas científicas. En cambio, recordó la «incesante bondad» de Hendrik A. Lorentz, conocido por su carácter agradable y su trato justo con los demás. «Todos lo seguían con gusto —dijo Einstein—, porque sentían que no quería dominar, sino que siempre deseaba ser útil».
El encantador de árboles
Algunos lo llaman el «encantador de árboles». Tony Rinaudo es el «fabricante de árboles» de World Vision Australia. Es un misionero y agrónomo que participa de un emprendimiento de 30 años para hablar de Jesús al combatir la deforestación del Sahel, en África.
Día de lavado
Mientras conducía por una zona de bajos recursos cerca de su iglesia, el pastor Chad Graham comenzó a orar por sus «vecinos». Cuando notó una pequeña tienda para lavar ropa, entró para mirar y vio que estaba llena de clientes. Uno le pidió una moneda para activar la lavadora. Ese breve pedido dio inicio a un «Día de lavado» semanal patrocinado por su iglesia. Los miembros donan monedas y jabón, oran con los clientes y ayudan financieramente al dueño del lugar.